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Los pies en el pasto



La foto que ilustra este post la tomé en Mendoza, un par de años atrás cuando viajé con Diego a festejar nuestro aniversario. Siempre sentí que al poner los pies en el pasto lograba relajarme y disfrutar de las sensaciones alrededor y nada más que eso. No tengo pasto en casa (salvo uno que le planté a Mini y que ella, obviamente, ignora descaradamente) ni estoy por volar a Mendoza pero quiero encontrar un poco de ese remanso bajándole la intensidad a mis actividades diarias.
Ayer por la tarde Diego me invitó a caminar por el barrio y yo estaba reacia por el calor, porque tenía que sentarme a escribir y porque el domingo ya llegaba a su fin y yo tenía cosas para hacer. Sin embargo salimos y llegamos a una placita llena de chicos, gente en el pasto y perros correteando. Nos sentamos en uno de sus bancos, me estiré sobre sus piernas y me relajé de forma inesperada. 

Como varios de ustedes este fin de mes me encuentra cansada, buscando momentos de ocio mental y añorando la llegada de las vacaciones, viaje que venimos planificando desde mayo. Es por todo esto que me tomaré unos días de la vida 2.0 y retomaré mi contacto con ustedes el día 5 de noviembre. Noviembre... aún no logro comprender cómo llegué tan rápido al final del año. ¿Les pasa lo mismo? El tiempo vuela y nosotros con el, a sabiendas o no; semanas atrás sentía que cada día era una continuidad eterna, como si se tratara de una jornada sin límite de horas. Esos son los momentos en los que decido parar un poco y recargar energía.

Desde este espacio los invito a volver a leernos en poco más de una semana. ¿Y por redes sociales? Veremos si logro la desconexión total o los busco en breves por alguna de ellas ;)

¡Hasta el 5 de noviembre, amigos!