Arriba del ♪Bu-bu-buquebus... al Uruguay!♪ |
Si no entienden la leyenda de la foto es porque son demasiado jóvenes y además yo me estoy quedando en el tiempo con los jingles de las empresas. Hace largos años atrás, una contagiosa melodía iba de la mano de la publicidad de Buquebus y evidentemente, al subirme al Eladia Isabel la semana pasada, mi mente retro la rememoró y me fuí cantando rumbo a Colonia.
Nunca había viajado en Buquebus: las veces que estuve en Colonia (a principios de los 90's), llegué a esta ciudad de la mano de Alíscafos, una lancha rápida que en una hora te dejaba en suelo uruguayo. Por esa razón, al ingresar al barco que me llevaría nuevamente a la tierra del chivito, ni me di cuenta que estaba arriba. Es una mole que parece un gran hall de un edificio y luego sus pisos tienen tal distribución que si va lleno creo que no te das ni cuenta. Las tres horas de viaje fueron tanto para mi como para mis amigas, un suspiro. Quizás porque estaba super dormida (me desperté a las 6:30 AM para poder estar a las 9 en Puerto Madero) y la charla me activó, nunca noté el tiempo que llevábamos arriba.
El plan fue ideal: un lunes bien temprano nos olvidamos del comienzo de semana y partimos a Colonia a pasar el día. Per cápita pagamos $260 y si tenemos en cuenta que vamos a otro país, por más cerca que esté, no es un precio de locos.
Imaginen mi ignorancia que no sabía que había Free Shop arriba; bah, algo sabía pero pensé que era una especie de kiosko a bordo. Mi compulsión se salió de sus casillas cuando este pseudo almacén era en realidad un digno Free Shop y fue así que me hice de dos Baileys (uno de menta y otro tradicional: el par por 30 dólares) y un Toblerone gigante (14 dólares) para el encantador Mr. Tie que me llevó a Puerto Madero y luego me pasó a buscar. Había perfumes (al mismo precio que en Ezeiza), golosinas algunos cosméticos y cremas, pero la verdad que no necesitaba nada y mi plan no era el derroche.
Fuímos sin auto ni tour y lo cierto es que no hace falta llevar ninguna de las dos cosas porque en Colonia te arreglás de lo más bien. Si bien la ciudad tiene su tamaño, lo principal y más lindo está en la parte histórica y fácilmente se puede recorrer a pie. Pero nosotras queríamos aprovechar las cinco horas que allí teníamos (llegamos a las 12.30 hs. pero allá hay una hora más por lo que eran las 13.30 hs. y a las 19 hs. teníamos que estar de vuelta en la Terminal) y por eso alquilamos una especie de carrito de golf por 40 dólares todo el día. Esto era una ganga comparado a los 35 dólares que nos cobraban por persona para el tour en micro. Sólo falta registro de conducir y una tarjeta de crédito.
Así fue como partimos directo al centro histórico ya que el almuerzo quería hacerse presente. Habiendo buscado antes en Internet lugares que no fueran excesivamente caros (Trip Advisor es genial), la comida nos esperaba en El Buen Suspiro, un espacio mínimo donde el tiempo se detenía y el sosiego buscaba nuestra compañía junto con los más ricos quesos y fiambres elaborados en Colonia.
La Calle de los Suspiros donde se encuentra el restaurante en cuestión y mis pelos al viento en sintonía con el relax. |
Anoten el dato: la picada para tres llena de quesos (no los pudimos terminar y eso que andábamos con hambre), salamines (escasos para mi gusto y super exquisitos), pan, salsitas, dos copas de vino y un agua mineral... ¡$40 por persona! Un golazo gastronómico.
El paseo continuó con más rincones históricos y luego un viaje por la rambla hacia la Plaza de Toros que estaba cerrada por peligro de derrumbe. No obstante ello le dimos la vuelta y volvímos hacia el punto de partida para caminarlo más y merendar.
Colonia es florida, arbolada y cuidada. Cualquier esquina es una foto y se respira una calma que por momentos es difícil de comprender con el ritmo habitual que solemos llevar en nuestras vidas. Caminar por sus calles es transportarte en el tiempo pero más fuerte que eso, es mimetizarnos con su paisaje y sentirnos parte de ese encanto que hace que esta ciudad sea única.
Lo que yo no sabía y terminó por enamorarme es que este destino turístico tiene su centro comercial: el Colonia Shopping está muy cerca de la Terminal de Buquebus y para mi total alegría, también está cerca del lugar donde teníamos que devolver el carrito de golf. Eran las 18.45 hs. y teníamos 15 minutos para recorrerlo y comprar. ¿La prueba? ¡Superada!
Evidentemente en 15 minutos no se puede recorrer un shopping entero (aunque este es de una sola planta) por lo que mis ojos devoradores de compras buscaron rápidamente el lugar preciso para gastar el poco tiempo que me quedaba. Así dimos con Parisien, un local conectado con otro al lado que justo ese día mostraba en sus vidrieras carteles de descuento. Entré y en un abrir y cerrar de ojos compré tres cosas:
Nunca están de más: anteojos de sol en animal print a $20. |
Camisa estampada por doquier a $120. |
Botitas originales a $100. |
Sé que no son las mejores compras de Universo pero salí contenta (¡y corriendo!) rumbo a Buquebus para emprender el camino de vuelta a casa.
De más está decirles que les recomiendo que se regalen un día en Colonia porque van a disfrutar de cada minuto en esta bella ciudad. ¿Ya la conocen?
Al margen de esto, les pido disculpas por la poca presencia online: Internet de la oficina va y viene y más encima estos días he estado a full. El fin de año trae actividad extra y cuando tengo un ratito libre, opto por tirarme en la cama a ver tele en pos de desconectarme de todo.
Mañana les traigo un evento con acento autóctono y moderno, buena combinación para que nos luzcamos.
¿Vieron que divina está la mañana? El viento fresco me predispone a una jornada feliz. Por lo pronto, hoy es Super Miércoles Aninka y mis tarjetas ya cerraron por lo que me voy de shopping antes de llegar a la oficina. Si me ven corriendo por Alto Palermo no se asusten ;)
Besos y abrazos! ♥