El compulsivo de la fecha tiene un lugar especial en mi corazón. Comparte conmigo un hogar, la pasión por las compras, los chistes gomas, la ternura y el darse los gustos cada vez que uno pueda. Evidentemente parte de esos gustos pasan por hacer "terapia alternativa", es decir, saquear un shopping e instalarnos una sonrisa notoria en el rostro.
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Como el relato de Diego es largo (porque, además de las cosas anteriores, también compartimos el gusto por expresarnos en un blog), los dejo con sus palabras.
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Compulsivo de la fecha: Diego.
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Objeto de deseo constante: las corbatas.
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Lugares frecuentados para saciar esta sed voraz: Mc Taylor, Daniel Hechter, eBay y muchos más.
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En sus palabras: Mi berretín con las corbatas viene desde que tengo memoria. Ya en mis más tierna infancia las adoraba, al punto que, mientras otros chicos de la misma edad rompían los kinotos con el último muñeco de He-Man o el avión de Rambo (qué dicho sea de paso, estaba bárbaro y hasta disparaba misiles de plástico), yo en cambio a los cinco o seis años me puse denso hasta que logré que me regalaran un corbatín rayado, que me ponía para jugar a ser banquero.
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Si bien nunca logré que me reconozcan el 0,0001% de las acciones de Goldman Sachs que entiendo me corresponden por portación de apellido (con lo que podría haber dado rienda suelta a mis sueños infantiles de tener un banco de inversión), creo que la pasión por el buen vestir en general, y las corbatas en particular, terminó resultando determinante en la formación de mi vocación. Claramente ni los bomberos, ni los astronautas, ni las estrellas de rock usan corbata. Los abogados, en cambio, no son tales si no portan una. De ahí que, una vez abandonados mis anhelos de triunfar en el mundo de las finanzas internacionales, siempre tuve claro que quería ser abogado.
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Pero no nos desvíemos del tema. Después de aquel simpático corbatín azul con rayas naranjas de la infancia, no pude volver a adornar mi cuello con una delicada franja de tela hasta la adolescencia, cuando empecé a asistir a las fiestas de quince de mis compañeras de colegio con una noventosa (y hoy abominable) combinación de pantalón de jean, blazer azul con botones dorados y corbata con arabescos de base roja, heredada de mi abuelo pero que por entonces todavía era acorde a los tiempos. Tiempo después, compré la primer corbata elegida exclusivamente por mi: de seda bordó con motivo de patitos amarillos y banderitas norteamericanas, de la desaparecida tienda Johnson's. Por la misma época, y merced a un inquilino que se fue sin pagar pero dejó un lote enorme de chucherías, me hice de una cantidad importante de corbatas con motivos ridículos, como una negra con muchos Mickey Mouses chiquitos, otra celeste con logos de la Universidad de Chile y otra con unos "Smile" amarillos. Ya más grande, en un ataque de sensatez, me deshice de todo ese estrambotismo que jamás debería ser usado por alguien mayor de quince años. Pensandolo bien, debería haberme guardado aunque más no sea alguna de recuerdo.
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Si bien nunca logré que me reconozcan el 0,0001% de las acciones de Goldman Sachs que entiendo me corresponden por portación de apellido (con lo que podría haber dado rienda suelta a mis sueños infantiles de tener un banco de inversión), creo que la pasión por el buen vestir en general, y las corbatas en particular, terminó resultando determinante en la formación de mi vocación. Claramente ni los bomberos, ni los astronautas, ni las estrellas de rock usan corbata. Los abogados, en cambio, no son tales si no portan una. De ahí que, una vez abandonados mis anhelos de triunfar en el mundo de las finanzas internacionales, siempre tuve claro que quería ser abogado.
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Pero no nos desvíemos del tema. Después de aquel simpático corbatín azul con rayas naranjas de la infancia, no pude volver a adornar mi cuello con una delicada franja de tela hasta la adolescencia, cuando empecé a asistir a las fiestas de quince de mis compañeras de colegio con una noventosa (y hoy abominable) combinación de pantalón de jean, blazer azul con botones dorados y corbata con arabescos de base roja, heredada de mi abuelo pero que por entonces todavía era acorde a los tiempos. Tiempo después, compré la primer corbata elegida exclusivamente por mi: de seda bordó con motivo de patitos amarillos y banderitas norteamericanas, de la desaparecida tienda Johnson's. Por la misma época, y merced a un inquilino que se fue sin pagar pero dejó un lote enorme de chucherías, me hice de una cantidad importante de corbatas con motivos ridículos, como una negra con muchos Mickey Mouses chiquitos, otra celeste con logos de la Universidad de Chile y otra con unos "Smile" amarillos. Ya más grande, en un ataque de sensatez, me deshice de todo ese estrambotismo que jamás debería ser usado por alguien mayor de quince años. Pensandolo bien, debería haberme guardado aunque más no sea alguna de recuerdo.
Mi etapa "moderna" de corbatas comenzó en el 2001, unido nuevamente a las fiestas, en este caso la de quince de mi hermana. La elegida para la ocasión fue una azul oscura sólida, de polyéster, aunque con un entramado geométrico en la tela. La combiné con una camisa celeste y un traje gris oscuro a rayas, cruzado. Dudo que hoy por hoy recurriese a ese engamado celeste-azul de dudoso gusto. Pero bueno, las épocas van cambiando. Dos años después empecé a trabajar, ya casi recibido de abogado, y ahí si que empezó la apoteosis total de las corbatas. Primero una rayada en naranja, marrón y gris, de jacquard de seda, comprada en la casa Olegario de la Av. Cabildo. Después, con un presupuesto acotado pero propio, tuve una etapa London Tie, de la que rescato una con motivo pseudo escocés en celeste y amarillo, sobre una base gris clara medio tornasolada, y otra que recibí de regalo en azul, con rayas en un tono más claro. De ahí, pasé a Jermyn Street (una casa con un par de sucursales por Barrio Norte y el Centro), siendo mi favorita una en verde claro con motivos en amarillo. Llegado a ese punto, el descontrol fue total. A medida que se fue ampliando mi disponibilidad de dinero, comencé a comprar a razón de una o dos corbatas, mínimo, por mes: Mc Taylor, Daniel Hechter, Halsey, Dior y siguen las firmas. Puntos altos: una a rayas en rosa viejo, marrón y celeste oscuro (Mc Taylor) y otra roja con lunares blancos (Halsey).
A ese aquelarre corbateril, tengo que sumarle algunas joyas recibidas de regalo, como una en rosa con vivos color hueso, gentileza de la dueña de casa (Hermès) y un lote de corbatas italianas que me dejaron gratis una vez que armamos en casa una venta de garage, del que rescato una de jacquard de seda celeste, con vivos geométricos en blanco (Altea).
Para terminar, tengo que comentar que la compulsión absoluta, desbordante y totalmente descontrolada por las corbatas sumó un nuevo capítulo con el descubrimiento de unos señores muy simpáticos en Hong Kong, que por menos de cuatro dólares despachan a tu casa unas de seda bastante decentes, vía Ebay. Si bien les ponen unos logos truchísimos de marcas como Gucci o Hugo Boss, hay que decir que las corbatas chinas superaron mis expectativas. Hasta ahora recibí tres, y estoy esperando un par más. Las que más me gustaron fueron rayadas: una en negro y rosa, y otra en degradé de azules y celestes.
Si quieren contribuir con la causa, no es difícil: acepto donaciones de todo tipo, y mi predilección pasa por las rayadas, con preponderancia del azul y el rosa.
¡Saludos!
Diego
Diego
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No es porque sea mi novio pero amé este relato. El detalle en las palabras me da la pauta de que acá hay una historia sensible con las corbatas que no sólo marcan el look de quien las porta sino que, en el caso de Diego, determinaron un perfil en su carrera y en su vida. Siempre digo que el look "traje" es la segunda piel de Diego y las corbatas son el detalle final para que el outfit quede perfecto.
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Agradezco con dosis extra de besos su colaboración y, como siempre, los invito a que sean parte de este rincón de amantes de las compras.
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Nos encontramos mañana ;)
Ay, por Dios... Tu chico es la envidia de Macaya Márquez! Cuántas y qué variedad de colores. Sabés que mi corazón late por Hermès, verdad? ésa de color rosa con los estriboos es un sueño!
ResponderEliminarMe encantó este post, besitos a ambos:>
Importante la coleccion de corbatas del Sr! Buenisimas! Sabes lo que mas me gusta de este espacio? Es que no es solo mostrar la mera acumulacion de un tipo de objetos - carteras, zapatos, Converse, o lo que sea - sino el fundamento, lo que hay detras de la eleccion de cada uno.
ResponderEliminarLa Hermes es divina... ojo que las McTaylor no tienen desperdicio, me gustaron las tres que mostraste.
Besos a vos, abrazo al Sr y mimos a Noni!
Absoluta y exquisitamente preciosas! Que gusto impecable!!! Me encantan los hombres con variedad en las corbatas.. El hombre puede tener 2 trajes y sobrevivir con ellos toda una temporada. Sólo resta tener una buena "bateria" de colores y diseños. En Roma buscamos una con un compañero de viaje y entramos a un local en donde me morí entre la variedad y calidad de opciones. Quería traerle una a mi mejor amigo pero era su corbata o una cartera para mi mamá (que la comparte conmigo, no vamos a mentir) jaja.
ResponderEliminarLa de Hermes se lleva aplausos y él muchos más por esta divina selección.
Besitos!
Sabri
hola Anin, me encantó el relato!! la descripción de los eventos, el corbatín de la niñez y con la frase "delicada franja de tela" me morí!! =)
ResponderEliminarconicido con Gon, porque a través de los relatos de los compulsivos conocemos el porqué, porque yo creo que todo tiene un porqué.
besitos
Waw Anin que relator! jejejeje
ResponderEliminarhistorias atrapantes si las hay es la relacion de la compulsion con el individuo en cuestion, por lo cual me atrapa y no puedo parar de leer, y hoy me quede boca abierta con tan detallado relato y por el cariño que une a ese niño con el corbatin.
Un beso enorme Anin otro a Diego y que sigan los compulsivos.
Yo soy fan de las corbatas! en mi estado embarazozo luzco como fajita una corbata amarilla firmada por Donald Trump!!! =)
ResponderEliminarMuy bueno el berretin! en casa pasa lo mismo con mi alma gemela!! no tiene donde guardar los zapatos pero si hay mueblecitos para las corbatas por doquier!
=)
besote
Ahhhh cuando salga en Cronica loca quemo el placard del novio por culpa de un blog sabe que esa va a ser mi placa roja!!
ResponderEliminarYo quiero un novio que se vista como la gente!!
Snif Snif!!
Me encantaron todas especialmente las violetas, pero el mini relato del bancario me mato!!
Besote a todos!!
Que linda coleccion..es una pena que sebas no le gusta ....tiene pocas ..besos Aninka!
ResponderEliminarwow!!, que recuerdo sobre las corbatas y vestimentas que tiene, definitivamente se puede llamar adicto a las mismas!
ResponderEliminarrecuerdo una época en que estaba de moda usar esas cobatas con dibujitos, horrible! y una aclaración respecto a los rock star, he visto muchos con cobata combinado obviamente con jean.
Mi Papá es abogado también (me salió el edipo, ja) y tiene un gusto especial por las mismas, será la profesión?, por otro lado mi marido es Contador y les esquiva!, ojo, tiene su linda colección.
Beso grande por miles de corbatas más!
Pau
Hola Anin, qué colección digna de envidiar (y admirar). Me causó mucha ternura leer todo el relato, parecen ser tal para cual, y que él se prenda a colaborar en tu espacio me parece un gesto divino.
ResponderEliminarTe mando un beso gigante
que grande Diego!!, super copado...y que coleccioncita se armó!! el mio no tiene compulsion por nada, solo por el chocolate, jiji.
ResponderEliminarbesotes!!
Amé este post! pienso que las corbatas son una de las pocas opciones que tiene un hombre vestido de traje para marcar su propia personalidad en sus looks. Una colección envidiable y una redacción maravillosa!
ResponderEliminarLindas corbatas !!!! las mias estan guardadas y cada vez que abro el placard, me dicen: SALIMOS?? jaja y yo les digo: HOY NO... Prometo usar mas,hehe
ResponderEliminarBesos, YORYI
Fascinante itinerario corbatil el del Dr. Goldman... me dieron ganas de comprame una corbata a mí xD
ResponderEliminar¡Besos Anin!
Gente!! Cuantos comentarios!! Me alegra que este post haya gustado y que nos llevara a cierta reflexión. Es obvio que detrás de cada compulsión hay una historia; quizás no nos percatamos de ello o quizás, como en el caso de Diego, tenemos bastante clara la relación que existe con aquello que compramos y compramos y nuestra vida. Siempre digo que ser compulsivo no es algo malo mientras no nos endeudemos ni tengamos que pedir prestado. Si yo gano mi sueldo, cumplo con mis obligaciones, guardo lo que necesito y después me doy los gustos que "se me cantan", ¿qué problema hay? Me molesta la gente que dice: "no podés estar comprándote siempre cosas, eso es trivial, tendrías que hacer bla bla bla". Uno decide qué hacer con su dinero y con su vida asi que, ¡a disfrutar de lo que nos gusta y a comprarlo!
ResponderEliminarLes agradezco sus comentarios, su tiempo en este blog y la simpatía que siempre dejan: complementan mi sonrisa :D
Besos!!
PD: ¡me re lucí al regalarle la corbata Hermès! :P
ResponderEliminarQue lindo relato , coincido con Gonza lo importante no es la mera acumulacion sino los fundamentos de las adquisiciones y en eso el DR Goldman es mas que un experto ......PErsonalmente adore la Hermes !!!Muy buena la redaccion del letrado !
ResponderEliminarBueno gente, visto y considerando la repercusión de mi relato, prometo en los próximos días sacarle una foto a mi primer corbata de la infancia para agregarla acá.
ResponderEliminarAl margen, coincido con todos en que el tema de la indumentaria no es algo tan trivial o superficial, sino que es la proyección de lo que uno es y lo que uno quiere que los demás piensen que es. La vestimenta no es mero adorno, sino que es una forma de comunicación, un medio para decirle algo al mundo. En mi caso, creo que la forma en que me visto refleja bastante bien mi personalidad: un tipo en general serio, pero con un toque medio loco que puede encarnarse en una corbata medio chillona o unas medias medio locas.
Ahora sería interesante empezar a leer las historias de otros lectores...
Marisa: el Dr. Goldman tiene una prosa envidiable.
ResponderEliminarDieguístico!: ♥
Hola Anin! Algún día subí una foto de como guarda Diego tantas corbatas. Las cuelga en algún lado? Mi marido tiene algunas pero están todas mezcladas en una canasta porque tuve que sacar el corbatero por falta de lugar. Gracias!
ResponderEliminarDecoración real: ibamos a sacarle una foto a eso pero se nos olvidó. Las tiene a todas en una única percha especial para corbatas pero como la pobre es de plástico, está toda doblada y estirada. Urgente hay que cambiarla: tanto glamour corbateril se merece algo mejor ;)
ResponderEliminar¿No se arrugan las de tu marido? Estas perchas son como una común pero tiene hacia abajo varios "palitos" y en cada fila te entran cuatro corbatas. No sé si es la descripción más acertada pero seguro me entenderás.
Beso!!
La gran calidad de la prosa de mi buen amigo Diego es inversamente proporcional a su gusto para elegir corbatas.
ResponderEliminarAninka, mi querida imparangoneable, quiero que me invites a escribir sobre mi compulsión a comprar gemelos.
Beso, Alfred
PS: Diego, cuando salgas a comprar corbatas avisame y te acompaño.
Alfred/ABovino: no sé cuál será tu particular gusto en corbatas pero las de Diego me encantan. Ahora sumó a su colección una de Ralph Lauren que le regalé por nuestro Aniversario.
ResponderEliminarAl margen, este blog tiene sus puertas totalmente abiertas para recibir tu relato compulsivo sobre los gemelos.
Beso grande!